En un oscuro rincón de San Juan de la Maguana, la noche del sábado, se desencadenó un fatídico episodio que ha dejado a la comunidad consternada. Bajo la sombra de la Quijada Quieta, un hombre, cuyo nombre resuena en los pasillos como “la Tierra”, arrebató la vida de su propio hermano con un golpe brutal en la cabeza. El arma homicida: un simple palo.
Los protagonistas
Roberto Pérez Montero, conocido como “el cabo Dochi”, tenía 45 años y una vida marcada por la lucha. Su hermano mayor, Ricardo Pérez Montero, de 64 años, era un hombre de pocas palabras y un pasado turbio. La relación entre ambos siempre fue tensa, pero nadie imaginó que un palo sería el arma letal que pondría fin a su vida.
Roberto y el fatídico encuentro
Sin mediar palabra, Ricardo embistió a Roberto con un palo cuando este cruzó el umbral de su casa. El palo, que alguna vez fue parte de un árbol frondoso, se convirtió en un instrumento de muerte. El cráneo de Roberto cedió ante el impacto, y la vida se escapó de él en un instante. Los vecinos, atónitos, escucharon el sonido sordo y luego el silencio.
¿Qué llevó a Ricardo a asesinar a su hermano con un palo? Las versiones son confusas. Algunos susurran que fue una disputa por una herencia, otros mencionan viejas rencillas familiares. Pero nadie sabe con certeza qué desató la ira asesina de “la Tierra”.
La autopsia
El cuerpo de Roberto fue trasladado al Instituto Nacional de Ciencias Forenses en Azua. Allí, los médicos examinan los restos de su cráneo destrozado, buscando respuestas en los huesos y tejidos que no soportaron el peso de años de resentimientos descargados con un palo.
Justicia en marcha
La dirección de Investigaciones Criminales de la Policía Nacional de RD no tardó en actuar. Ricardo Pérez Montero está bajo custodia policial, enfrentando cargos por homicidio. Pero la comunidad se pregunta: ¿Es suficiente? ¿Podrá la justicia reparar el daño causado por un palo y una mente perturbada? La tragedia persistirá en los corazones de San Juan, como una herida abierta que nunca sanará.