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Escrito por Fausto Montes de Oca
En el ámbito político de la República Dominicana, el término «barrilito» ha provocado una notable incomodidad. La oposición, específicamente el PRM, usaba este término como un calificativo negativo, convirtiéndolo en un símbolo de la denigración de los fondos destinados a la solidaridad social. Aunque es cierto que su mal uso merece críticas, no se puede negar su capacidad para servir como una herramienta poderosa de ayuda hacia los más necesitados. En este escenario, emerge la figura de Omar Fernández, un joven senador desafiando una historia de prejuicios y polémicas para transformar el manejo de estos fondos.
El PRM, al estigmatizar estos recursos, logró que su sola mención generase una respuesta negativa de la población. Resulta irónico que, a pesar de su retórica crítica, ninguno de sus legisladores declinó la utilización de los fondos. Los pocos que anunciaron hacerlo encubrieron su renuncia con acciones que no repercutían en beneficio de la solidaridad social, revelando una hipocresía que subraya la urgencia de un cambio en el discurso político, cambio que Omar parece dispuesto a encabezar.
Omar Fernández ha invitado a la sociedad a repensar el propósito de estos fondos. Reconoce que, más allá de legislar y fiscalizar, es esencial representar dignamente a la población. Actuar en beneficio de jóvenes estudiantes y de aquellos desatendidos por el Estado es reflejo de un auténtico compromiso político. Su dedicación a una política de humanidad, justicia e igualdad es un avance hacia una comunidad más inclusiva.
La propuesta de Omar representa una ocasión para renovar la percepción pública de los fondos de solidaridad social, dejando atrás su imagen asociada al clientelismo y las corruptelas, para transformarlos en un instrumento de desarrollo social. La política, sin compromiso social, es meramente superficial.
Mirando hacia adelante, es claro que Omar Fernández jugará un papel decisivo en redefinir el papel de los legisladores en la República Dominicana. Al promover el uso responsable y transparente de los recursos públicos, su enfoque motivará a futuros líderes políticos enfocados en el progreso nacional. La esperanza es que su labor impulse la creación de un nuevo paradigma político, donde la justicia y equidad social sean fundamentales.
El concepto de «barrilito» puede evolucionar de ser una expresión peyorativa a convertirse en un emblema de esperanza, siempre que se maneje con responsabilidad y compromiso social. La política posee el poder de transformar realidades, siendo crucial que quienes lideran reconozcan la importancia de su rol. Omar Fernández ha dado pasos significativos en esta dirección, y ha llegado el momento de apoyar esta visión hacia un futuro más justo y equitativo.
creditos de las imagenes de este post: Elpregonerord.com