Por: Sanja Bojanic, Representante Residente Adjunta del PNUD República Dominicana.
Internacional.-Desde el año 1980, el 27 de septiembre es reconocido como el “Día Mundial del Turismo”, una fecha que durante este año se adorna con el lema “Turismo y paz” para poner de manifiesto el papel del turismo en la promoción de la armonía y la reconciliación entre diferentes culturas.
La concepción de paz abarca mucho más que la mera ausencia de conflictos o violencia; esta implica igualdad, justicia, y bienestar social en una comunidad. Para alcanzar esta clase de paz, es imperativo que el desarrollo sea inclusivo y equilibrado, beneficiando a todos los estratos de la población. No obstante, en contextos como el de la República Dominicana, donde existen marcadas disparidades territoriales, alcanzar este objetivo representa un gran reto.
Un ejemplo palpable lo constituye la región de Yuma, cuyo polo turístico Punta Cana (ubicado en la provincia La Altagracia) es reconocido mundialmente. A pesar del impulso económico proporcionado por el turismo, indicadores de la Plataforma Territorial de Desarrollo Humano del PNUD destacan que la región de Yuma presenta el índice de desarrollo humano más bajo del país, con una puntuación de 0.566 en 2022. Ello evidencia que el dinamismo económico vinculado al turismo no ha logrado traducirse en mejoras equitativas en las condiciones de vida de la población local.
¿Qué implica un bajo desarrollo humano?
Poseer un índice de desarrollo humano bajo significa que los habitantes de la región enfrentan obstáculos significativos en aspectos cruciales para su bienestar. Estos desafíos abarcan una expectativa de vida reducida debido a limitado acceso a servicios de salud, oportunidades educativas insuficientes que comprometen el desarrollo personal y profesional, empleos de baja calidad, y niveles de ingreso insuficientes, perpetuando así ciclos de pobreza. En síntesis, aunque el turismo ha potenciado el crecimiento económico, este no se ha reflejado en un aumento del bienestar integral de la población local.
Esto conduce a una reflexión crítica: el crecimiento económico y el desarrollo del turismo deben acompañarse de estrategias enfocadas en el desarrollo humano sostenible. Este concepto abarca no sólo el crecimiento económico, sino también mejoras en el tejido social, educativo y sanitario de la población, ofreciendo así una respuesta a las desigualdades territoriales y protegiendo tanto el capital natural como el humano, pilares de la competitividad. Para que el turismo sea un verdadero vector de paz, es necesario que genere oportunidades para las comunidades locales, cerrar brechas de desigualdad y asegurar una distribución justa de sus beneficios.
anto, ¿de qué manera el turismo puede contribuir a la paz, justicia, equidad y bienestar? Desde nuestro punto de vista en el PNUD, fortalecer los procesos de empoderamiento local, tanto a nivel comunitario como gubernamental, es vital. Empoderar a las personas en sus localidades fomenta su participación activa en decisiones que inciden directamente en su futuro, promoviendo la estabilidad y cohesión sociales, esenciales para una paz duradera.
En este contexto, turistas y la actividad turística tienen un papel determinante al contribuir de forma directa al progreso local, mitigando la migración forzada y diferentes privaciones sociales, además de prevenir la violencia ligada a condiciones de pobreza. Además, para fomentar la equidad e inclusión es crucial la participación ciudadana activa en la definición de prioridades, formulación de planes sectoriales y territoriales, y en la agenda de desarrollo local.
Otra estrategia crucial es promover el encadenamiento productivo entre las grandes corporaciones turísticas y los pequeños y medianos empresarios locales. Estimular la competitividad de las mipymes mediante innovación, digitalización y creación de espacios de incubación de negocios puede tener un impacto económico directo en las comunidades. Dicha integración económica beneficia no solo a las grandes empresas, sino que también reparte la riqueza de forma local, promoviendo así un desarrollo equitativo.
Finalmente, es crucial que todas estas acciones se desarrollen dentro de un marco de política pública territorial que garantice el acceso a servicios básicos de calidad en salud y educación, fundamentales para el desarrollo humano sostenible. Sin estos servicios, el turismo, a pesar de sus beneficios económicos, no será capaz de cumplir eficazmente con su papel de mejorar la calidad de vida de la población.
El Día Mundial del Turismo nos invita a reflexionar sobre el futuro del turismo en nuestra nación, destacando la importancia de garantizar que su evolución, además de impulsar el crecimiento económico, contribuya a establecer un entorno favorable para la paz, basada en la justicia, equidad y bienestar, asegurando así el avance hacia un desarrollo humano sostenible en todas las regiones sin dejar a nadie atrás.
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