Infobae. Los espías al servicio de Vladimir Putin, quienes se encontraban entre los liberados en un reciente intercambio de prisioneros entre Rusia y las naciones occidentales, han hecho declaraciones tras la revelación de sus identidades. Estos agentes, enviados de manera clandestina a Buenos Aires por el gobierno ruso, fueron recibidos con distinciones por el líder del Kremlin.
Artiom Dultsev y Anna Dultseva, ambos de 40 años, compartieron cómo vivieron bajo identidades ficticias y cómo ocultaron su verdadera identidad a sus hijos; la pareja fue arrestada en Eslovenia en diciembre de 2022.
Arribaron portando pasaportes argentinos y se asentaron en Liubliana con sus hijos, adoptando los nombres de Ludwig Gisch y María Rosa Mayer Muños. Utilizaban una galería de arte y un negocio de informática como fachadas, siendo parte de una extensa red de espías que Moscú ha desplegado globalmente, considerando a Argentina un blanco susceptible a estas infiltraciones.
La justicia de Eslovenia sentenció a la pareja a una pena superior a año y medio de prisión por “espionaje y falsedad documental”, una sanción que equivale a su tiempo en detención previa. Tras ello, Putin les extendió personalmente una bienvenida en Moscú, después de su intercambio en un grande y notable intercambio de prisioneros entre Rusia y los países occidentales, el más significativo desde la época de la Guerra Fría.
El Kremlin confirmó que ambos eran agentes “ilegales” de inteligencia rusos, es decir, espías que operan sin ser declarados por las embajadas y sin lazos visibles con Moscú. Fueron entrenados por años para impersonar extranjeros, antes de ser enviados al extranjero con el objetivo de infiltrar distintas estructuras. Como es común en estos casos, ni sus hijos sabían de su origen ruso.
Durante una entrevista en un canal de televisión ruso, emitida el lunes en la noche, Anna Dultseva relató el momento en que revelaron a sus hijos su verdadera nacionalidad, mientras volaban hacia Moscú. “Les dijimos a nuestros hijos que somos rusos,” compartió.
La pareja mencionó que jamás hablaron en ruso con sus hijos, sino solamente en español. Tanto es así que a Anna Dultseva le resultaba difícil hablar en su lengua nativa, según explicó. Cuando uno vive tan sumergido, “no piensas en tu idioma, siempre te estás controlando y al llegar a Rusia nos dimos cuenta de que podíamos hablar” en ruso, declaró.
En la entrevista, su hija Sofía dijo una de las primeras frases que aprendió en ruso: “Tengo dos abuelas, Rusia es muy bonita”, mientras su madre la animaba en español. “Lo más importante para nosotros es la familia, y nuestra familia es nuestro país”, señaló Artiom Dultsev, lo que parece paradójico dada la envergadura del secreto mantenido a sus hijos. ¿Es posible creerles ahora?
Su esposa expresó una “gran gratitud” hacia Putin y aseguró que seguirían “sirviendo a Rusia”.
Tras el retorno a Rusia de los Dultsev, el Kremlin también había indicado que sus hijos supieron de su verdadera nacionalidad durante el vuelo a Moscú. “Los hijos de los agentes encubiertos recién descubrieron que eran rusos a bordo del avión procedente de Ankara. No hablan ruso”, declaró el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.
La palabra “clandestinos” hace referencia a los agentes de inteligencia rusos que viven en el extranjero bajo identidades falsas durante años, o incluso décadas, recolectando información para Moscú. “Ni siquiera sabían quien era Putin. Así operan estos agentes, realizando tales sacrificios por su labor y su lealtad a su servicio,” añadió Peskov.
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